Cada vez son más los consumidores que apuestan por una alimentación saludable y por ende procedente de fuentes sostenibles. Una tendencia que se traslada a los mercados, que reflejan una demanda al alza en productos que ofrezcan garantías de no contener residuos fitosanitarios a la vez que aumentan su exigencia en el control de residuos. Algo que como consecuencia se ha visto reflejado en legislaciones cada vez más restrictivas a nivel europeo.